José Vargas.
Chinameca, Ver.—
Un hecho que podría haber sido evitado hoy mantiene a una mujer entre la vida y la muerte. La noche del domingo 13 de julio, Amancio Alemán, hijo mayor del alcalde de Chinameca, Ramiro Alemán Valencia, protagonizó un aparatoso accidente en la carretera Chacalapa–Chinameca al conducir una motocicleta en presunto estado de ebriedad y a exceso de velocidad.
Según testigos presenciales, el joven presentaba claros signos de intoxicación alcohólica cuando abordó su motocicleta con rumbo a la cabecera municipal. A pesar de que varias personas intentaron persuadirlo de no continuar su trayecto, Amancio ignoró las advertencias. Minutos después, perdió el control del vehículo, provocando un fuerte impacto que dejó a su acompañante gravemente herida.
El accidente ocurrió en un tramo carretero conocido por su peligrosidad. El impacto fue de tal magnitud que ambos ocupantes salieron proyectados varios metros. Paramédicos de Protección Civil de Chinameca acudieron al lugar y trasladaron de urgencia a la mujer —originaria de Chacalapa— al hospital Coplamar de Jáltipan, donde fue ingresada en estado crítico. El conductor, en contraste, resultó con lesiones menores, principalmente raspaduras en el rostro.
Hasta el momento, ni la Policía Municipal, ni Protección Civil local han emitido reporte alguno del incidente al sistema de emergencias C4. Tampoco ha habido pronunciamiento por parte del alcalde Ramiro Alemán Valencia, a pesar de la gravedad del hecho y de la implicación directa de su hijo. Incluso, medios de comunicación cercanos al Ayuntamiento, como la página Soy Chinamecano, han omitido cualquier mención al accidente, lo que ha generado sospechas entre la población sobre un posible intento de encubrimiento.
La comunidad de Chacalapa, visiblemente consternada, exige justicia y una investigación transparente. Vecinos señalan que no es la primera vez que el hijo del edil ha sido visto conduciendo en estado inconveniente, sin que exista consecuencia alguna.
Mientras tanto, una joven lucha por sobrevivir a causa de una imprudencia que, de confirmarse, refleja no solo una irresponsabilidad individual, sino un uso abusivo del poder e impunidad. La sociedad chinamecana espera respuestas y acciones claras, antes de que el silencio oficial se convierta en complicidad.
