José Vargas.
Agua Dulce, Ver.—
La violencia contra las mujeres continúa siendo un problema alarmante en este municipio del sur de Veracruz. De acuerdo con información del Instituto Municipal de la Mujer (IMM), alrededor del 50% de las hidrómilas ha sido víctima de algún tipo de agresión, desde violencia física y emocional, hasta económica o digital.
El dato, que refleja una realidad sostenida desde hace años, vuelve a cobrar relevancia tras un reciente hecho que encendió las alertas: un joven fue detenido por elementos de la Policía Estatal luego de amenazar a su novia con lo que simulaba ser un arma de fuego, la cual resultó ser de juguete. Aunque el artefacto no representaba un riesgo real, la intimidación sí configuró un acto de violencia que, según especialistas, suele ser el inicio de conductas más graves.
Autoridades municipales señalaron que este tipo de episodios no son aislados. El IMM advierte que muchas agresiones comienzan durante la adolescencia, donde se observan celos excesivos, control del teléfono, manipulación emocional y prohibiciones que se normalizan como parte de una relación “intensa” o “de pareja”. Estas dinámicas, explican, se fortalecen en hogares donde persisten patrones machistas transmitidos generación tras generación, lo que dificulta que las jóvenes identifiquen señales tempranas de maltrato.
Aunque las nuevas generaciones muestran una mayor apertura para hablar de derechos, límites y responsabilidades, el IMM reconoce que el cambio es lento. La mitad de las mujeres en el municipio continúa viviendo situaciones que vulneran su integridad o su libertad.
Tras el incidente que derivó en la detención del joven, el Instituto reiteró la importancia de romper el silencio, denunciar y buscar acompañamiento institucional. Subrayaron que la violencia se aprende, pero también se puede desaprender cuando se detecta a tiempo y se enfrenta con apoyo familiar, comunitario y gubernamental.
A pocos días de cerrar el año, el mensaje es claro: la violencia no es un asunto privado, y su raíz sigue encontrándose en entornos cotidianos donde, muchas veces, las agresiones se minimizan hasta que es demasiado tarde.
